miércoles, 16 de marzo de 2016

Hoja II: La partida

Y se puso a caminar como si el camino fuese a desaparecer en cualquier instante. Ni sentía dolor ni sentía miedo. Ni alegría ni pena. Ni con prisa ni despacio. Sólo arrastraba los pies por las nuevas vías que se abrían ante sus ojos y palpaba un nuevo mundo ajeno a lo cotidiano.
Tanto anduvo que se hizo noche. Se sentó desorientado. Se acunó sobre la hierba que dibujaba la luz de la luna. Pasaron las horas y sólo podía soñar despierto. La incertidumbre del nuevo día le alborotaba la sangre. Y amaneció.  

Subió a la colina y encontró una ventana tras la que se asomaba un nuevo mundo. Entonces se dio cuenta de que todo puede llegar a ser infinito.

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