Pétalo CIII

Se trasladó a vivir a una isla desierta y se pasó la vida hablándole a las olas y esperando un mensaje en una botella

Pétalo CII

Sólo una pluma y un papel. Los ojos fueron dando dentadas al folio hasta escribir una frase que nunca olvidaría: hasta siempre

Pétalo CI

Sopló 2 veces las velas de la tarta en un mismo año. En la primera, años; en la segunda, vida. Derramaba pétalos de rosas blancas y margaritas

Pétalo C

Cuando el tiempo se pare, cuando subamos las escaleras hacia el mundo paralelo, acabaremos eso que nunca debimos empezar

Pétalo XCIX

Puso una flor donde empezó todo. Desde entonces y hasta ahora nunca ha dejado de regarla

Pétalo XCVIII

Y las ideas acabaron como muere un cigarro aplastado en el cenicero, rodeado de cenizas

Pétalo XCVII

Cuando fui fantasma, cuando quise regresar, cuando respiré, cuando te vi, cuando volví a morir…

Pétalo XCVI

Descodificó el mensaje que le lanzaban sus ojos y entendió que apostaba por un caballo perdedor

Pétalo XCV

La miró durante 100 años y a cada segundo iba dándose más y más cuenta de que era el amor de su vida. Jamás jugó a perderla

Pétalo XCIV

Apagó el sol durante unos días. Tras la caída volvió a encenderlo y comprendió que a veces hay que pasarlo mal para sentirse bien

Pétalo XCIII

Mientras dormía le preguntó si era feliz. En sus sueños ella dibujó un ‘sí’ con arena. Él nunca lo supo y siguió esforzándose

Pétalo XCII

La esperanza es lo más parecido a esperar que la pared te cuente los secretos de su adolescencia

Pétalo XCI

Nunca perdonaré tu mirada perfecta ni tu palabra adecuada… bote salvavidas

Pétalo XC

‘Viviremos en un cuento y construiremos a diario nuevos mañanas”, le dijo. Y se marchó a buscar el atrezo perfecto para los dos

Pétalo LXXXIX

Superaron los mensajes de Facebook y de wasap. Abandonaron el cibermundo y se hablaron a los ojos. Todo empezó a ser real

Pétalo LXXXVIII

Despertó del coma tras 10 años. Preguntó por ella. Era ceniza. Cerró los ojos. Se reencontraron en la muerte más vivos que nunca

Pétalo LXXXVII

Se llenó la mano con pintura azul y la estampó en la pared blanca. Era su grito de guerra con la munición del arcoíris

Pétalo LXXXVI

Coleccionaba mariposas en tarros y para solidarizarse con ellas sufrió agorafobia. Temía la libertad de la libertad

Pétalo LXXXV

“Llevaré armadura y mi escudo”, dijo. No se tapó los oídos y el hierro se derritió ante sus palabras. Se había desarmado ante ella

Pétalo LXXXIV

Tenía un corazón tan grande que sólo las manos valientes de un bebé podían aguantar el peso

Pétalo LXXXIII

Hizo el puzle pero le faltaba una pieza: tu sonrisa. Juró que te provocaría una a diario. Cada día conseguía completar el cuadro

Pétalo LXXXII

Echó agua en la duna y plantó un pez entre las flores. Así entendía la vida tras buscarte y no tenerte. Todo estaba al revés

Pétalo LXXXI

Se despertó. Caminó hacia el espejo. Se miró. No había reflejo. Volvió. Su cuerpo inerte le daba la bienvenida a su nueva vida